martes, 19 de diciembre de 2023

OTELO de William Shakespeare

 


Escrita hacia 1604 y probablemente representada el mismo año, esta tragedia en cinco actos en verso y en prosa de William Shakespeare se publicó en cuarto en 1622, en folio en 1623 y nuevamente en cuarto en 1630 y en 1655. El texto de la primera edición en cuarto presenta notables diferencias con la de 1623, hasta el extremo de que quedó justificada la hipótesis de que los editores utilizaron manuscritos distintos; por ello las ediciones modernas suelen tener en cuenta ambas versiones.


La fuente de esta tragedia es la séptima novela de la tercera década de los Hecatómitos de Giambattista Giraldi Cintio, con la diferencia de que, en la novela, el capitán moro y el alférez carecen de nombre. No se sabe con certeza si Shakespeare se valió del original italiano de Giraldi Cintio o bien de la traducción francesa de Gabriel Chappuys, publicada en París en 1584.

Se ha emitido una hipótesis identificando al moro Otelo con el patricio Cristoforo Moro, que fue lugarteniente en Chipre en 1508 y que perdió a su mujer en el viaje de regreso a Venecia; otros autores creen que se trata del "capitán moro" (en realidad un italiano del sur) Francesco da Sessa, que a fines de 1544 o principios del año siguiente fue condenado en Venecia a galeras por los rectores de Chipre, por un delito no especificado.

El argumento

El moro Otelo, general al servicio de Venecia, ha conquistado el amor de Desdémona, hija del senador veneciano Brabantio, relatándole sus gestas y los peligros por los que pasó; y luego se ha casado con ella. Brabantio le acusa ante el Dux de haber hechizado y raptado a su hija; pero Otelo explica de qué manera conquistó lealmente el corazón de Desdémona, y Desdémona confirma su relato.

Mientras tanto llega la noticia de que es inminente un ataque de los turcos contra Chipre, y se pide la colaboración de Otelo para rechazarlos. El senador Brabantio, de mala gana, cede su hija a Otelo, que inmediatamente parte con ella a Chipre. El alférez Yago, que ha sido sustituido en el cargo de lugarteniente por Casio, siente un odio profundo hacia Otelo. Yago ha oído rumores de que Otelo ha yacido con Emilia, su esposa y camarera de Desdémona.

Se ha afirmado, no sin razón, que el siniestro Yago es el verdadero artífice de la trama. En un primer momento, Yago logra desacreditar a Casio ante Otelo, haciendo que Casio se emborrache y turbe la paz pública. En ello le ayuda Rodrigo, que ama, sin ser correspondido, a Desdémona. Caído en desgracia y privado de su grado, Casio es inducido por Yago para que ruegue a Desdémona que interceda en favor suyo; simultáneamente Yago hace nacer en el ánimo de Otelo la sospecha de que su esposa le engaña con Casio.


Orson Welles en su Otelo (1952)

La intercesión de Desdémona en favor de Casio parece confirmar las sospechas y suscita en Otelo unos furiosos celos. Yago se las ingenia para que un pañuelo que Otelo le había dado a Desdémona como preciosa prenda (pañuelo recogido por la criada Emilia cuando su señora lo había perdido) sea hallado en poder de Casio. Otelo, cegado por los celos, estrangula a Desdémona en su lecho.

Poco más tarde, Casio, al que Rodrigo había de dar muerte por instigación de Yago, es hallado herido. Pero a Rodrigo, herido por Yago para evitar que su plan sea descubierto, le hallan unas cartas que prueban la culpabilidad de Yago y la inocencia de Casio. Otelo, fulminado por el descubrimiento de haber dado muerte a su inocente esposa, y tras haber hallado, con motivo del derrumbamiento de su mundo, su lucidez mental, se mata estoicamente como castigo.

La tragedia de los celos

El salvaje poder destructivo de los celos es el tema central de esta tragedia de ritmo acuciante, sin respiro; un hecho de crónica negra que Shakespeare rodea con toda la riqueza verbal y la sutilidad conceptual de un seiscentista para penetrar en la que es probablemente la más sombría e incomprensible de las pasiones humanas, con su pendular mecanismo desde el extremo amor al odio extremo.

La obra está tan hábilmente construida y arrebata de tal modo la atención que, a menos de que se haga un frío y minucioso examen, no se nota la improbabilidad de muchos elementos, las contradicciones en la psicología de los distintos personajes y una incurable inconsistencia en la duración de la acción. Los críticos se han esforzado en solucionar las distintas dificultades que presenta el drama. La más grave de ellas es la brevedad de la acción: desde el desembarco de Desdémona y de Otelo en Chipre hasta la catástrofe final solamente transcurren treinta y seis horas, pese a que muchas circunstancias requieren que la acción tenga un desarrollo más largo y dure al menos algunas semanas.

Se ha intentado conciliar esa evidente incongruencia de varias maneras; por ejemplo, suponiendo que la acusación de Yago contra Desdémona se refiere a una época anterior a su llegada a Chipre, puesto que durante la estancia en Chipre no habría habido materialmente tiempo para esos supuestos amoríos. Pero esta explicación se opondría a lo que Yago dice de Desdémona; así, en el tercer acto (3,230 y siguientes), la infidelidad de Desdémona se atribuye a un período posterior a la pasión, sumamente reciente, que ella sintió hacia Otelo. Por consiguiente, según las palabras de Yago, la infidelidad habría tenido lugar dentro de las jornadas relatadas en el drama.

Se aprecian asimismo contradicciones en el carácter de Otelo y en el de Desdémona, que no parece una mujer tan insensible como para no advertir los celos de Otelo y cometer el error de interceder por Casio en el momento más inoportuno. Más tarde, cuando ya se ha dado cuenta de los celos que siente su marido, Desdémona no trata de descubrir el motivo y de tener inmediatamente una explicación con él. También algunos personajes pueden parecer algo ingenuos por dejarse manipular por Yago.

Pero las incoherencias temporales y las contradicciones en la psicología de los personajes, así como las disonancias entre los caracteres y su manera de obrar, estaban en el orden del día en el teatro isabelino, que contaba con efectos de perspectiva que inevitablemente implicaban deformaciones que no podían apreciarse en la representación. Y precisamente en este aspecto este drama de Shakespeare es quizás uno de los más lúcidos y clásicos del autor, lo cual explica su éxito en el continente. Zaira, de Voltaire, en la que el personaje de Orosmane está calcado de Otelo, es la primera adaptación francesa de la obra shakesperiana.

Tragedia meridional por la pasión que constituye su argumento (sin que por este motivo deba pretenderse, como hizo August von Schlegel, ver en el drama un intento de estudio cultural y ambiental, según el cual Otelo vendría a ser la tragedia del bárbaro mal asimilado), Otelo es la pieza shakesperiana que con más frecuencia se ha representado en Italia, dando lugar a interpretaciones famosas. En cambio, a la mentalidad inglesa y puritana, el tema siempre ha parecido más bien repelente, y por ello, en época contemporánea, el público siguió con morbosa atención la interpretación que el actor afroamericano Paul Robeson hizo del personaje.


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