La espiritualidad no se vive
en función de lo que haces, sino de lo que eres, de lo que
vibras, de lo que crees en el fondo de tu ser respecto a ti y a tu
relación con el universo.
La dimensión espiritual es
la posibilidad que tiene el ser humano de trascender, ir más allá, de su
existencia para ponerse en contacto con las demás personas y con lo otro (Dios)
con el fin de dar sentido a su propia vida.
La espiritualidad es
considerada como una disposición inherente a los humanos con las
características de ser universal e integradora, que tiene como meta orientar la
conducta permitiendo trascender a la existencia cercana con un propósito y
un sentido de vida más amplio, relativo al destino del hombre.
Hace referencia a la experiencia
interior más profunda de la persona, que la conduce a dotar de sentido y
propósito a las propias acciones y existencia, sean cuales sean las condiciones
externas, lo que significa aprender cómo encontrar disfrute en la experiencia
cotidiana; a contar con un sistema de valores y con el compromiso de
aplicarlos; a centrarse en algo que va más allá de uno mismo, esto es, a
trascender; al uso del propio potencial creativo; a la contemplación de la vida
y a aprovecharla de acuerdo con las propias aspiraciones y convicciones y las
del grupo al que se pertenece. Incluye realizar las prácticas asociadas a la
fe, la creencia o los valores morales que se profesan. Supone contar con un
sistema de pensamiento que permita comprender la vida, su dirección y su
expresión, que oriente elecciones y juicios, organice proyectos, dote de
dirección última a nuestras acciones individuales. Puede estar o no impregnada
de espiritualidad, entendida esta como una relación personal con el ser
trascendente o, sin creer en un dios, como una relación personal con lo que
existe, una fuerza unificadora en sí misma, que conduce a sentir inclinación
por la vida y unidad con el cosmos. Precisa para su desarrollo de un cierto
grado de maduración en los procesos de dimensión biológica y psicológica que
hacen posible la conciencia y la intencionalidad.
Todas estas dimensiones
experimentan procesos de desarrollo y se influencian mutuamente. Se insertan en
el contexto global del ecosistema humano, el mundo natural, otros semejantes
organizados en grupos significativos, el principal de los cuales es la familia,
sin olvidar los amigos, los compañeros y los miembros de otros grupos de apoyo,
las instituciones sociales y la sociedad global. Si bien todas las dimensiones
son igualmente importantes, cada una de ellas puede aparecer en primer plano
según las circunstancias existentes.
Cada una de las cuatro
dimensiones en que se describe a la persona se encuentra en relación permanente
y simultánea con las otras, formando un todo en el cual ninguna de las
dimensiones que lo componen se puede reducir o subordinar a otra, ni puede ser
contemplada de forma aislada. Un importante número de los procesos que
constituyen las distintas dimensiones son automáticos o inconscientes y otros,
por el contrario, son controlados o intencionados. Un cambio en cualquiera de
ellos afecta al resto. En conjunto, las diversas dimensiones dotan a la persona
de capacidades y posibilidades específicas, lo que implica la falta de otras,
esto es, de limitaciones. Conforman su personalidad y la forma en que se
conduce en la vida diaria.
La persona así entendida
desarrolla su vida en un contexto concreto donde se dan las diversas
situaciones en las que esta participa. Las cuatro dimensiones identificadas
resultan de la interacción dinámica entre la dotación genética y el contexto, y
dotan de singularidad. La interacción contexto persona, situación genera
necesidades, induce cambios en la persona y condiciona los medios y los
recursos para abordarlas. Debido a todo ello, cada persona es única e
irrepetible, y muestra formas particulares de funcionar, pensar, actuar y
sentir.
Está relacionada con:
·
· La comunidad como el lugar
privilegiado en donde la persona se encuentra con los demás y en donde actúa
Dios dando y suscitando sentido a la existencia individual o colectiva.
· Lo espiritual, es decir,
con todas las actividades y operaciones internas que vivencia la persona y que
tienen que ver con las preguntas que esta se formula y la construcción de
sentido para los seres humanos.
· La espiritualidad como la
manera de disponer a la persona para que experimente en su interior el modo de
percibir a Dios.
· La fe como la actitud de
obediencia y fidelidad humana por la cual la persona se adhiere al ser
trascendente y responde de una manera coherente a las exigencias de sentido que
este le plantea.
·
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