Tomado
de: Samper, D. y Tafur M. (1997). Bogotá: MTM Ediciones.
Uno
de los escenarios donde empezó a codearse el vallenato con la música que
escuchaba y bailaba la burguesía valses, mazurcas, canciones napolitanas, fue
el de las colitas. Era este el nombre que recibían las ‘colas’ o finales de
fiesta de la clase adinerada: bodas, bautizos, cumpleaños, festejos religiosos…
Durante el sarao, mientras los señores se divertían con la música europea que
interpretaba una precaria orquesta provinciana, los trabajadores pasaban la
fiesta en la cocina y los galpones a punta de acordeón, guacharaca y caja.
Despachada la orquesta, los de atrás eran invitados a pasar adelante, y
patrones y vaqueros se sentaban a tomar y cantar juntos. Se ha discutido acerca
del papel que cumplieron las colitas en esta historia. Algunos dicen que estos
remates de fiesta fueron el pabellón de maternidad del vallenato, pues
combinaron ritmos europeos y nativos: entre ambos dieron a luz los aires
vallenatos. “Las colitas son el ancestro directo del vallenato moderno”, afirma
López Michelsen.
Pero
parece más acertado pensar que las colitas no ayudaron a formar el género, sino
a divulgarlo. Para empezar, esta clase de fiestas improvisadas no se conocieron
en toda la región, sino tan sólo en la zona del Valle de Upar. En El Paso no
hubo colitas. En muchos lugares del río tampoco. Y, por otra parte, los
historiadores indican que las colitas surgieron a comienzos del siglo XX,
cuando ya el vallenato había empezado a coger ritmo con el trío del
instrumental clásico. En cambio, las piquerias y retos sí constituyeron desde
el principio uno de los más efectivos moldes de creación, propagación y
desarrollo del vallenato. La leyenda de Francisco el Hombre habla de su desafío
con el diablo, a quien únicamente logra derrotar cuando le canta el Credo al
revés. Los grandes acordeoneros viajaban durante días para acudir a piquerias,
concertadas de antemano o a través de recados, como lo atestigua ‘La gota
fría’: “Acordate Moralitos de aquel día / que estuviste en Urumita/y no
quisiste hacer parada”.
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